En la edición del Misal Romano con el texto unificado en lengua española del Ordinario de la Misa, Coeditores litúrgicos, 1993, p. 424, aparece la palabra Oremos señalando luego las distintas terminaciones, y la rúbrica “con las manos extendidas”, sin indicar que han de juntarse al comenzar la conclusión. Tampoco se dice nada en la Ordenación General del Misal Romano, n. 32, p. 38-39, que encabeza esa misma edición del Misal. Pero esta rúbrica de juntar las manos parece que viene de antiguo, pues en el Ritus servandus in celebratione Missae, del Missale Romanum… Barcinone MCMXLVI, p. XXXIII, cuando trata De Oratione, apartado V, leemos: al decir “Oremus, tum extendit manus…”, luego “Cum dicit: Per Dominum nostrum, jungit manus, easque junctas tenet usque ad finem”. Es tan antigua esta rúbrica que ya aparece en la Editio Princeps (1570) del Missale Romanum, como se puede comprobar en la Edizione anastatica, Introduzione e Appendice a cura di Manlio Sodi – Achille Maria Triacca, Città del Vaticano 1998, p. 11.
Ahora bien, si se consulta el Ordo Missae del Missale Romanum, editio typica tertia, A.D. MMII, p. 510, leemos en la rúbrica que sigue a la invitación
Oremus
Et omnes una cum sacerdote per aliquod temporis spatium in silentio orant.
Tunc sacerdos, manibus extensis, dicit orationem collectam, qua expleta, populus acclamat: Amen.
El mismo texto aparece recogido en el Appendix Missalis Romani. Subsidio del Misal Romano en su edición oficial en lengua española para España según la tercera edición típica latina (2016). Libros Litúrgicos A.D. MMXVI, p. 9.
La traducción de esta rúbrica sigue al pie de la letra el texto latino, solo que añade una coletilla que no aparece en la edición latina, o sea, que la conclusión larga se ha de hacer “con las manos juntas”. Esta indicación aparece también en la oración sobre las ofrendas y en la de poscomunión, siempre en la edición castellana, no en la latina.
En la IGMR 54 es donde se dice cómo ha de ser la terminación larga (no en el Ordo Missae) y la unión del pueblo a esta súplica haciéndola suya con el Amén.
En el Appendix Missalis Romani propone algunos Formularia Missarum y en ellos la oración colecta aparece íntegra, es decir, con la conclusión larga formando parte de ella en sus diversas formas de conclusión (pp. 54ss.), como en la última edición del Libro de la Sede.
O sea, que ese añadido de juntar las manos en la conclusión no está en la edición latina, la cual da a entender que con el “qua expleta”, se refiere a toda la oración, de la que forma parte decisiva la intercesión del Mediador.
Ignoro si este “añadido” es una creatividad legítima del Misal Romano en español, siguiendo la editio prínceps del Misal Romano de 1570, o está presente también en las demás traducciones en lengua vernácula de la tercera edición típica. En todo caso, me parece más expresivo el gesto de la extensión de las manos abarcando toda la oración. Más que nada, porque la constitución de liturgia SC 50 pedía que, al revisar el ordinario de la Misa, “se simplifiquen los ritos, conservando con cuidado las sustancia; suprímanse aquellas cosas menos útiles que con el correr del tiempo se han duplicado o añadido”. Extender y juntar las manos…, más habría que insistir, creo yo, en lograr que el pueblo de Dios haga oración cuando se le invita a ello.
José María de Miguel González, OSST